Me vio, me sonrió, me aguantó, me escribió, me abrazó, me quiso, me sintió, me llevó, me trajo, me amó, me disfrutó, me soportó, me gritó, me dejó, me perdonó, me tuvo, me defraudó, me traicionó, me lo admitió y me aseguró que volvería a conquistar el mundo en compañía de un oponente de risa, aunque no sea yo quien carcajee. No lo entendí y me marché en el primer tren del escorpión nocturno. Sin embargo, algo habré calculado mal, porque se arrepiente de haberme conocido y es mi oponente quien acompaña a mi espejismo. Sí, aquella dama fue un espejismo. ¿Es de conocerme de lo que se arrepiente o de haberme escrito el primer mail? Esto es lo que hay. Los correos electrónicos no están en mi bandeja, no hay rastro de cabellos castaños en mi coche y no veo tatuajes de su rostro en mi cuerpo. Pero...¿y este anillo? Mandé a paseo a un espejismo, a mi oponente y me sobra un anillo.
El espejismo nos distrae, nos llena de "me" y eso nos envanece, y aparece otra vez el escorpión, el tren del escorpión y ya puede suceder de todo, soñar y que se materialice una parte. Abrazo
ResponderEliminarEl espejismo puede manejar nuestra percepción y, antes de coger cualquier tren, deberíamos meditarlo. Pero del dicho al hecho...
ResponderEliminarUn abrazo, Ester.
Jorge