domingo, 8 de noviembre de 2015

De Santander a Newcastle

Nada le obsesionaba más que estar en aquella pulpería de Santillana del Mar. A veces, entraba allí y contaba historias a todos los turistas, arrojando sidra asturiana a diestro y siniestro, algo que los dueños de la pulpería no veían con buenos ojos. Nunca le echaron de allí, pues aquel anciano del nordeste de Inglaterra tenía siempre mucho que contar. No era sidra lo que allí derramaba sino chorros y chorros de palabras interesantes que formaban historias de misterio, todas ellas descorchadas desde la  más profunda inspiración. Hablaba sobre Durham, sobre la abadía de Whitby pero sobre todo de su Newcastle  natal. Sin embargo, todo ello iba llegando a su fin, pues debía volver a Reino Unido  para ocuparse de su negocio. Cierto es que los dueños de la pulpería le habían ofrecido dinero por quedarse a vivir en tierras cántabras, donde tanto orujo y sidra traídos de bien cerca se servían sin cesar después de las pulpadas. Pero él lo tenía claro: el vuelo de Santander a Newcastle era inminente, pues la editorial Aldgate London, con sede cercana a Edimburgo, no podía llevarse sola, y necesitaba de alguien tan puramente loco y espontáneo como él.