sábado, 28 de abril de 2018

Realidad

Quise correr en aquel momento, quise volar de hecho, pero correr era aquello que me permitieron mis piernas. Sabía que después estaría tan cansado que me costaría incluso meterme en la ducha, pero estaba mentalizado y debía correr durante una hora bajo la lluvia, así que me puse a ello.

Cuando ya me encontraba en el trote matinal, me di cuenta que el dolor de cabeza había salido de mí, y mis ideas volvían a ordenarse, no rápidamente pero tampoco de una forma demasiado lenta. Miré los garitos cerrados, esos donde había quedado parte de mi juventud.

Al llegar a casa, anoté todo cuanto debía hacer, sin incluir la parte de mandar a la mierda a una vieja amiga que vivió conmigo varios años: Ansiedad. Para dar carpetazo a la susodicha debía tener lo demás encarrilado.

Durante tres horas y cuarto, estuve escribiendo sobre mis proyectos y, aunque no estaba previsto, decidí no demorar más el corte. Debía cortar por lo sano. Ansiedad y yo nunca nos habíamos entendido, pues sus visitas eran incómodas siempre, de modo que decidí decírselo amablemente, y con el mayor cuidado lancé dos improperios al aire, sin que se tambaleasen demasiado mis estanterías repletas de figuras de cine ochentero.

Me comentó un vecino que Ansiedad bajó llorando por las escaleras de mi edificio, y que una tal Victoria estaba llamando a muchas viviendas a través del telefonillo, buscándome.



sábado, 14 de abril de 2018

¡Demonízanos!

Aquellas tardes de viernes, cogíamos el metro hasta Portazgo, y en aquellas cintas no faltaban canciones tuyas, el walkman siempre viajaba con nosotros y nos amenizaba el camino hasta llegar a Sanz Raso.

De la tarde pasábamos a la noche y tu voz nos indicaba el camino para tomar una pinta más y vivir los buenos ratos hasta el final, gritando, saltando y sin parar de reír.

¡Quítanos de nuevo la sensación de atadura sin límite, y lleva ese límite a la pasión que nos embriaga llegado el fin de semana, demonízanos y quítanos los malos rollos durante cuarenta años más, en vivo y en directo, aunque lleguemos a la vejez inventándonos palabras!

Celebraremos otra victoria brindando, tú en las tablas, nosotros desgastando nuestras cervicales ahí abajo.


lunes, 2 de abril de 2018

Tras unos días...

Tras unos días fuera, alejado del ruido de los coches y de los alaridos ajenos en su calle, Álvaro volvió con las pilas cargadas a la ciudad. Había aprovechado para dejar los puros, retomar el deporte y bajar el número de cervezas ingeridas al día. Se estaba tomando las cosas en serio, y ahora sus sudores no se producirían en la cama y por insomnio, sino por las largas carreras que daría por el parque. Cierto es que sus carcajadas habían dejado de ser la banda sonora del vecindario, pero sonreía con frecuencia y no se fatigaba al subir las escaleras.

Álvaro comenzaba a ser quien su familia quería, aunque bien es cierto que su antigua vida había sido de lo más pintoresca. Pensaba mucho en lo bien que le hacía sentir el whiskey irlandés, pero decidió dejarlo como premio para terminar las semanas. Hasta entonces, zumos y costumbres de santurrón.