martes, 22 de mayo de 2018

Macho alpha

Había marcas de sudor en el hierro. La fuerza del macho alpha quedaba reflejada en cada espejo donde escupía cada vez que se miraba e interpretaba que su belleza y su corpulencia no eran suficientes. El afán de superación se había convertido en una obsesión enfermiza, dado que ya no buscaba sentirse bien y verse bien. Ya nada era suficiente y decidió romper el espejo. Era supersticioso y aquello le tuvo preocupado unos días, pero volvió a ser una persona al cabo de dos meses, dado que aún gozaba de ojos marinos y cabellera de fuego avivado.


Sin embargo, pasado el trimestre en que fue persona para sí mismo, un volcán de supuraciones extrañas se abrió en su espalda y pronto sus venas se hicieron víctima de la contaminación química, lo cual le llevó a la abstinencia obligada y al más puro placer por la lectura, dado que sus libros no se habían movido de la alcoba donde tanta musa del fitness había tenido relación alguna con el macho.



lunes, 14 de mayo de 2018

Par de terceto

Habíamos roto de nuevo la barrera sangrienta y, con ella, los espeleotemas carnosos y rosados de aquella gruta fantástica. Evidentemente, necesité ayuda pero las poses y la pasión hicieron el resto. No me cupo la menor de las dudas cuando afirmé que la tormenta podría no llegar al valle de nuestro universo paralelo, donde se habla desde hace muchos años un idioma que muy pocos conocen. De hecho, nadie, sólo los dos.

Agradecí el regalo, pues lo llevaba deseando tantos años como tiene el pequeño ocho, no de edad visible ni reconocida, pero sí mental y más que meditada desde que comenzamos a movernos por terrenos acuosos y paisajes inimaginables.

Las manos que habían manejado la década, pasaron a ser treintañeras o, mejor dicho, "casi treintañeras", mientras volvía a llover sobre los dos, sobre los tres, sobre el área de tantas tardes de tè y patatas, de espuma con grosor de dedo índice y de sueños que siempre volvemos a oler.



jueves, 10 de mayo de 2018

Mi espejismo

Me vio, me sonrió, me aguantó, me escribió, me abrazó, me quiso, me sintió, me llevó, me trajo, me amó, me disfrutó, me soportó, me gritó, me dejó, me perdonó, me tuvo, me defraudó, me traicionó, me lo admitió y me aseguró que volvería a conquistar el mundo en compañía de un oponente de risa, aunque no sea yo quien carcajee. No lo entendí y me marché en el primer tren del escorpión nocturno. Sin embargo, algo habré calculado mal, porque se arrepiente de haberme conocido y es mi oponente quien acompaña a mi espejismo. Sí, aquella dama fue un espejismo. ¿Es de conocerme de lo que se arrepiente o de haberme escrito el primer mail? Esto es lo que hay. Los correos electrónicos no están en mi bandeja, no hay rastro de cabellos castaños en mi coche y no veo tatuajes de su rostro en mi cuerpo. Pero...¿y este anillo? Mandé a paseo a un espejismo, a mi oponente y me sobra un anillo.