Doscientas páginas después, creí ver el barco de vapor desde mi ventana. El piróscafo, pertenecía a la serie naranja de buques y era patrimonio cultural canadiense, pero por causas desconocidas se encontraba atracado en Bubble Ground, frente a la única casa que había en la isla: la mía.
Solté mi libro y bajé a ver si la imaginación me había jugado una mala pasada, pues últimamente dormía poco y con la medicación sufría algunas alucinaciones. El caso es que, al llegar a orillas de la isla, a unos ocho metros de la puerta de mi casa, allí estaba. Según me acercaba, escuchaba con más nitidez el sonido de unas turbinas muy antiguas, pero al detenerme donde al agua palpaba mis pies, esas turbinas dejaron de funcionar. El silencio era inquietante y, por cosas de la inercia, me di la vuelta para ver si había cerrado la puerta de casa. No, no lo había hecho pero, también por inercia, volví a darme la vuelta para seguir observando el buque. Allí estaba, pero navegando en silencio, como movido únicamente por el viento, y ya muy alejado de mí. Como todavía no había anochecido, veía su anaranjado color, haciendo gala a esa serie de piróscafos canadienses que nada tenían que hacer en Bubble Ground. También portaba la bandera de Canadá, y parecía no llevar nadie a bordo.
Volví a mi casa, alucinado, extrañado, sin saber si quería retomar el libro o hacer uso de mi lancha motora para contárselo a todos mis conocidos, afincados la mayoría de ellos en las Islas Cíes. Para mí, era algo difícil de asimilar: un buque de principios del siglo pasado, canadiense, navegando por Vigo, atracando, marchándose en silencio... Como pasaba horas y horas leyendo, desde que terminaba de comer hasta que cenaba y casi todos los días, sabía mucho de muchas cosas.
Solía medicarme: llevaba tomando unas pastillas para el tema de las cervicales varios meses. Y dichas pastillas, supuestamente, podían crearme alucinaciones a modo de efectos secundarios. En mi tierra natal, Stratford (Londres), no me había pasado nunca pero tanteé la posibilidad.
Decidí cerrar la puerta, subir a mi habitación, y coger el libro que había soltado en mi escritorio. Bajé con el mismo al salón, abrí el armario de los licores y me serví un whiskey irlandés, solo y sin hielo. Lo bebí de un trago, me senté en mi desgastado sofá orejero y abrí el libro donde lo había dejado: el nuevo relato, dado que era un libro de relatos cortos de varios autores, se llamaba "Bubble Ground es mi isla fantasma", y lo firmaba un tal Anonymous, con fecha 1904, y "escrito en sus viajes por el mundo".
Sin saber por qué, recordé aquellas pompas de jabón con las que disfrutaba en mi infancia y, al momento, desde el aire, vi que mi isla ya no existía y, por tanto, mi casa ya no existía. Sin embargo, no me sentí mal por ello, y sí en paz. Seguí mi viaje sin que nadie me viese, desde Vigo hasta Stratford, olvidando el barco canadiense. Desde el aire y sin alas, era interesante hacer viajes.
Al llegar al barrio de mi niñez, era casi de noche y, a muchos metros por encima del suelo, casi rozándome, millones de pompas y fuegos artificiales, ascendían y estallaban.
ME ENCANTA. De verdad... Escribes de maravilla! Besitos
ResponderEliminarMuchas gracias, Mª Ángeles.
EliminarUn abrazo,
Jorge
Cualquier cosa puede hacer brotar la inspiración. ¡Cuando se tiene, claro! A mi me basta un poco de chocolate negro. Ya lo dejó patente Pío Baroja cuando le preguntaban cuanto tiempo le había costa tal o cual obra y respondía "¡Tantas cajas de bombones!
EliminarYa se sabe que, medicación, whiskey y horas de lectura, combinados, pueden dar lugar a cualquier cosa… La imagen anacrónica de un barco canadiense del siglo pasado, me recuerda una historia que se contaba sobre la aparición de un barco fantasma (creo que era un carguero mexicano) presuntamente desaparecido hacía años en el Triángulo de las Bermudas, y la posterior del etéreo viaje, a lo Peter Pan sobre el Londres de su niñez, así como el título del relato que el protagonista lee, me hacen dudar de, si esas imágenes son el sueño, o lo es la casa y hasta la isla. Es un magnífico relato, un tanto surrealista, donde el sueño y la vigilia se confunden en la mente del lector, tanto del que lee dentro del cuento como del que lee el cuento (nosotros), escrito además con una impecable técnica literaria. Buen trabajo
ResponderEliminarUn saludo
Sí, cuando te metes demasiado en un historia, has bebido un poco y, además estás con medicamentos, puedes hacer muchas interpretaciones de la realidad, o convertir todo en tu propia realidad, un tacto ficticia, sin duda.
EliminarA veces me acuerdo del barco que apareció en Fuerteventura, al cual no hice alusión aquí, pero que merece la pena destacar de vez en cuando.
Lo cierto es que te doy a elegir: o ese lugar es fruto de la fusión que ese lector hacía o había vivido y ahora era su espiritu el que recreaba tiempos pasados y también el presente.
Muchas gracias por tu valoración, pues es un placer tenerte por aquí .
Un abrazo grande, Isidoro.
Jorge
Hola, veo que visitaste mi blog y quedaste como miembro.
ResponderEliminarVengo a ver tu agradable lugar, y quedo encantado de leer tus magníficos textos.
Un saludo.
Muchas gracias, José, estoy encantado de leer tu comentario y tenerte por aquí.
EliminarEfectivamente, te sigo desde hace poco, sí.
Saludos y gracias de nuevo,
Jorge
Hola Antonio, buenas noches, estoy leyendo tu comentario mmientras escucho el concierto de Bruce por la ventana, pues el boss está tocando muy cerca de mi casa.
ResponderEliminarAgradezco tu visita, y te doy varias opciones de cómo interpretar el texto: puede haber parte de ficción, parte de realidad, vivencias físicas, tal vez alguna espiritual...
Un abrazo y espero que nos vayamos leyendo a menudo,
Jorge
Hola, Jorge. Me ha encantado este texto porque conseguiste hacerme entrar en un fantástico viaje; esos que nos proporcionan los libros y los recuerdos de la infancia.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Fanny, y bienvenida.
EliminarEs buenísimo saber que pude trasladarte y meterte de lleno en mi pequeño relato, pues esa es una de las intenciones para con el lector casi siempre.
Muchas gracias,
Jorge
Decimonónicas alucinaciones, entre pompas y barcos, hmmm..., qué imaginativo!
ResponderEliminarSería un sueño precioso ver el mar a ocho metros de la puerta de mi casa, o un lago o un río, da igual con tal que sea agua. Volver al sillón y ver pompas de brillantes colores...
Bravo por el relato, es una creación muy contrastante, yo las llamo de forma o estructura binaria. Otro bravo. MUAC y cafelito.
Muy buenas,
EliminarMe alegro mucho de leer esos "bravo", pues dan sentido al tiempo que gustosamente dedico a escribir pequeños relatos. Esa estructura binaria hace siempre que quien escribe se pueda recrear un poco más que por el hecho de escribir, si cabe.
Un abrazo,
Jorge
Entrar en el texto ha sido sencillo, ponerle imágenes fácil, y disfrutar de la imaginación recurrente ha sido un placer. Saltos y brincos
ResponderEliminarHola Ester,
EliminarY un placer ha sido leer tu opinión.
Muchas gracias,
Jorge
Cuán agradable es andar por tu relato.
ResponderEliminarEres talentoso.
Recibe mis saludos!
Muchas gracias, Alonso, así da gusto (por lo del talento).
EliminarUn abrazo,
Jorge
Muchas gracias, Alonso, así da gusto (por lo del talento).
ResponderEliminarUn abrazo,
Jorge
Muy interesante y además bonito relato. Como yo también soy lectora y escritora, aunque sin fama, no veo raro vivir las aventuras que leemos. Como ya te digo, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarGracias por tu visita.
Te mando un saludo desde Madrid
Un placer leerte Jorge, has encendido esa luz que todos llevamos dentro, has revivido sensaciones en mi.
ResponderEliminarVengo del blog de Ester.
Que pase un feliz día.
Saludos.
Me llevo tu blog al mio para no perderme ningún escrito tuyo...
ResponderEliminarHola Carmen,
EliminarPara mí es un honor que vayas siguiendo mis relatos.
Nos leemos,
Un abrazo y buena semana,
Jorge
Buenos días Jorge, hoy en mi blog te doy la bienvenida “oficial” es mi costumbre para con todos los que os vais haciendo seguidores. Abrazos
ResponderEliminarHola Ester,
EliminarBienvenida tú también al mío. Disfrutemos de la escritura y de la lectura.
Un abrazo,
Jorge
2.00 páginas despues, perdona pero son muchas páginas, volveré con mas tiempo. dell que hoy no dispongo.
ResponderEliminarmanolo
¡Ah"vengo del blo donde he vistro tu direcció de Ddacya, de nuestra Amiga Ester.
.
Son muchas páginas, Manolo, lo son, pero los dos sabemos que a veces pasan como si fuesen diez, doce o catorce a lo sumo.
EliminarUn abrazo y bienvenido,
Jorge
Acabo de ver que me seguías. No me arrepiento de entrar a tu blog. Muy bonito
ResponderEliminarMuchas gracias, siempre es bueno saber que el blog gana elogios.
EliminarNos leemos,
Jorge
Gracias por la visita. Es chocante la imaginación que animan tus historias. Hay algo a punto de ser incongruente (en el sentido de irreal, no de contradicción), como un precipicio hacia lo fantástico.
ResponderEliminarCorrecto, Dafd, mis historias te sitúan en el precipicio que lleva a lo fantástico, aunque haya cosas dotadas de realidad.
EliminarUn abrazo y gracias,
Jorge
Buenas noches...descubro tu blog literario desde" Te espero al anochecer" mi blog que está parado hace muuucho tiempo. Y me da envidia sana ver que algunos blogueros actualizais a menudo.
ResponderEliminarMe encanta escribir;pero no tengo tiempo para hacerlo y eso me crea ansiedad.Te felicito!!!Me gusta mucho cómo escribes y volveré a leerte.
Buenas noches!!!
Buenas noches...descubro tu blog literario desde" Te espero al anochecer" mi blog que está parado hace muuucho tiempo. Y me da envidia sana ver que algunos blogueros actualizais a menudo.
ResponderEliminarMe encanta escribir;pero no tengo tiempo para hacerlo y eso me crea ansiedad.Te felicito!!!Me gusta mucho cómo escribes y volveré a leerte.
Buenas noches!!!
Hola Chón,
EliminarA veces es muy complicado encontrar el rato para escribir algo que realmente le merezca la pena a uno mismo. Si por mí fuese, cada dos días escribiría una nueva entrada, con lo cual te comprendo más que de sobra.
Un abrazo y bienvenida,
Jorge