miércoles, 1 de noviembre de 2017

Summer Pumpkin

Olor a tierra húmeda, olor a inminente tormenta de verano, olor a final de verano en La Urba, allí donde comenzaron las imperecederas travesuras del "niño cabrón".

Veintinueve años después, los niños más revoltosos son adultos que guardan las formas cuando bajan a la piscina, pero el barrunto de que el peor de aquellos niños aparezca, genera cierta expectación. Evidentemente, el niño cabrón ya no es un niño, pero sus diabluras marcaron a muchos veraneantes a finales de los años ochenta.

Lo que es considerado como "el ya entrado otoño", en La Urba es "el final del verano". Comenzó a llover, pronto relámpagos y truenos se añadieron a la ceremonia y, al final del camino de piedras, justo a la altura del último bloque de la urbanización, sin inmutarse, allí estaba él. Había venido y traía consigo una maleta.

Aquellos balcones con barandas de madera habían sido los palcos de honor para todos aquellos que habían presenciado las maléficas hazañas del niño, y ahora el niño era un hombre y en el parche de su maleta ponía "Trick or Treat". El hombre cabrón no había venido a por caramelos, y nunca le había gustado el apodo con el que le bautizó La Urba en su infancia.




11 comentarios:

  1. Un relato corto pero con todo lo que ha de tener... expectación. Me ha encantado leerte.

    Mil besitos y feliz noviembre.

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    1. Muchas gracias, un placer contestar a un comentario que da sentido a los textos breves.
      Feliz otoño, sweet november !!!

      Jorge

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  2. Algunos solo crecen por fuera. Un relato con los componentes necesarios en para interesar al lector. Un abrazo

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    1. Efectivamente, Ester, y otros sólo por dentro, conservando esas caras de niños.
      Muchas gracias, te mando otro abrazo.

      Jorge

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  3. Muy buen relato. Suspense in crescendo.
    Enhorabuena.
    Besos.

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    1. Lo pretendido fue conseguido, me alegra saberlo. Muchas gracias.
      Un abrazo,

      Jorge

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  4. Los niños crecen...
    Y sus recuerdos con ellos.
    Excelente relato.
    Cariños.

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    1. Los niños nos recuerdan que siempre tendremos parte de niños, y los adultos les recordamos a los niños que son tan ingeniosos como nosotros.
      Muchas gracias por tu comentario.
      Un abrazo,

      Jorge

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  5. A veces solo nos fijamos en el exterior de la persona, sin profundizar, sin darnos cuenta cuanto nos perdemos, además de llevarnos una mala y equivocada impresión.
    Deberíamos dejar de llevarnos por ese niño que llevamos todos dentro, curioso y preguntón.
    Un placer Jorge.
    Feliz sábado.

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    1. Un placer, Carmen, y bienvenida ahora y siempre a mi espacio.
      Efectivamente, cada día tendríamos que dejarnos guiar por el niño que fuimos.
      Un abrazote y feliz fin de semana,

      Jorge

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