martes, 19 de enero de 2016

Personas

Salieron del Tankard Pub de Walworth Rd y se dirigieron al metro de Elephant and Castle, donde James, Steve y Ryan debían coger la Northern Line a Old Street. George se despidió allí de sus tres amigos y caminó hasta Westminster Bridge, pues debía reunirse allí con Jack Marriott y zanjar el tema de los estamentos.

George había montado un negocio de canoas donde londinenses y turistas disfrutaban de practicar remo por el Támesis, en la zona de Hammersmith. Sin embargo, cometió el error de asociarse con Jack, quien ya quería mandar más de lo debido y esconder los lingotes de oro en los trasteros de George. Se trataba de los lingotes robados en los almacenes de Harrods, los mismos que Charles, un famoso empresario, había dejado allí para que su nieta los recogiese, con el permiso pertinente.

Liberty, la esposa de George, siempre le advirtió de los peligros que conllevaba trabajar con Jack, pues había hecho una exhaustiva investigación sobre la trayectoria de éste, por trabajo y por la propia protección a su marido.

Cuando George y Jack se dieron un apretón de manos, en un acto de simular cordialidad, porque ni eso existía y sí una fuerza en el propio apretón por parte de ambos, el reloj del Big Ben se paró. En aquel momento, dos amigos que no eran amigos ya, hicieron lo que tenían que hacer.

Con el tiempo, Jack se fue adaptando a la prisión Fleet Brixton y George fundó el equipo de fútbol Hammersmith Hammers, que con el tiempo se hizo un hueco importante en el panorama deportivo de Londres. El negocio de canoas fue llevado por Audrey, la hija de George  y Liberty, quien iba a visitar de vez en cuando a Jack, en nombre de una familia resentida pero con más valores de los que jamás mostró el recluso.





1 comentario:

  1. Buenas Jorge LP, tienes un blog muy entretenido, como el robo de los lingotes de oro ajjja menuda gente. Es impresionante, la calle o pasadizo este, es magnífico. Empedrado o adoquinado como estaban las ciudades de España antes, y más, los pueblos pequeños o capitales pequeñas. Eso es lo que me ha hecho recordar muchísimas calles que he visto, y en fotografías también. Pero tiene la vista así cuando ves este edificio, de estación de trenes, o de un banco, cuando lo miras desde enfrente viendo las dos salidas a la calle, es extraordinario, muy bonito, ahí techada la calle de un lado a otro. Un edificio precioso, que habrá que cuidar entre todos...saludos

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